Siempre resonarán las guitarras a altas horas de la noche. Los efectos secundarios de las musas llevan al insomnio, a ver la noche de otra manera, escucharla, acompañar su silencio con notas que hacen vibrar las cuerdas a manos desnudas. Y si vibran, el corazón también lo hace.
Me empeñé en abrazar demonios que no ardían por mí. Se distancian. Me observan. El hielo también quema.
Comentarios