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Mostrando entradas de diciembre, 2008

"Que la lluvia de la felicidad te pille con el paraguas roto..."

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Año nuevo que significa un segundo más, simplemente un día más. Aquí seguimos los mismos. Hoy, la canción viene al pelo Vetusta Morla Año Nuevo http://www.goear.com/listen.php?v=cf011f9

Silencio... Tengo ganas de escucharte

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El único protagonista: el viento. Barre todo cuanto se le antoja, sin mirar atrás ni porqué. A veces son demasiadas las preguntas y muy breves las respuestas, tan breves que se les podría dar por perdidas. Andamos tras de mil respuestas desaparecidas, con la esperanza de dar con ellas algún día. Simplemente, para que ellas no salgan ganando. O quizás, por orgullo propio.

En las alturas

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Escribo para aquel que no me escucha, o para aquel que no me quiere ver. Escribo para los ausentes o tal vez para los sordos de corazón. Porque algún remedio habrá, siempre pensamos más en "Quizás no" y menos en "Podría ser". Todo viene y va en el remolino de la vida, y depende de la suerte que se tenga se gana en catástrofes o en tranquilidad. Porque llegará el día en que amaine la tormenta. (No es que me lo crea... es que algunos ojos son capaces de expresar todo eso y más.) “Hay miradas que besan todos los rincones del alma.”

Las telarañas ya las pongo yo

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Por la mañana su corazón anunciaba chubascos y tormentas. Su día no comenzó nada bien, y su optimismo necesitaba un par de cafés. Aún así, decidió escurrir y tender la esperanza al sol. (Quién sabe, por si acaso) Intentó con mil sonrisas, casi todas forzadas, decir adiós a los nubarrones. Aún así, allí seguían amenazando tormenta. Quizás sólo una persona podría ayudarla. Ella sabía bien quién era. Le conocía tanto que con sólo tener cerca el olor de su perfume podía identificarle. Hablaban con los ojos. Se escuchaban a base de caricias. Eran tantas cosas... Y simplemente se le ocurrió decir que diera la espalda a todos sus problemas... No muy decepcionada echó a andar... Creyendo haber hablado con su reflejo en un espejo. Su espalda estaba habitada por escalofríos, caricias traicioneras, besos perdidos, constelaciones de lunares, destellos... Bastantes vigilantes cubrían su retaguardia, ¿No? Sus pasos no cesaron, no escondió su sonrisa ni abrió los ojos. Y a su espalda el gran estallid