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Mostrando entradas de mayo, 2012
Madrid. Calle de Echegaray. Corrían. Corrían tan felices y libres que parecía que sus almas eran posesión del viento, o quizás que les perseguía el mismísimo diablo. Se abrían paso entre el tumulto de gente de forma precipitada. Corrían mucho, pero no parecían perseguir nada ni tener un destino. Corrían por correr. O quizás era eso, se sentían verdaderamente libres. La chica vestía una falda negra con topos rojos que al saltar dejaba al descubierto unas piernas preciosas, aún dejando a la imaginación trabajo por hacer. Ambos dieron a la vez un salto en el que pareció que tiempo, espacio y gravedad estaban de su lado. Por un momento todo pareció congelarse. Él vestía una camisa blanca, un tanto desabotonada, que junto a su sombrero negro hacían el aire del barrio un poco más bohemio todavía. A su paso, no podían esquivar a todos los transeúntes de la Calle de Echegaray. Algunos sonreían, los ancianos se paraban a maldecir a la juventud, que va como loca; otros se sentían enfadado