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Mostrando entradas de diciembre, 2012
Caminaban de la mano. Ella sonreía, saltaba, iba dando tirones de su brazo. El iba un poco más serio, quizá dándole mil vueltas a los malos vecinos de la azotea. Inmerso en sus preocupaciones no se dio cuenta de la pompa de magia que se estaba creando alrededor. Tropezó y cayó de rodillas al suelo. Ella corrió hacia él. Le besó la frente y le dijo que se levantase, que le iba a hacer 'sana, sana, culito de rana'. La pequeña abrazó a su padre lo más fuerte que pudo. La orden de desahucio de la azotea del padre fue inmediata. Y la expansión de la pompa de su hija también lo fue. A veces las cosas están ahí, no las vemos... Pues simplemente hay que romper los cristales que nos tapan, derribar inservibles muros y murallas... Y ver esas pequeñas cosas que algún día nos harán recordar que realmente hemos sido felices.
A mi reloj ya no le suenan las tripas. No le palpita el corazón, y no es por falta de pilas. No hay que forzar los engranajes o se acabarán rompiendo. Ya sólo puedo ver la hora en la que se paró, y maldita sea...
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Caminante no hay camino, se hace el camino al andar...

Puntos suspendidos en la cuerda

Y no me rindo. Porque te atreves a venir de un mundo de locos a rescatarme del de los cuerdos, y he encontrado mi sitio... Me gusta ese mundo que inventas, ese que tan sólo se ve en tus ojos. Y ese lunar, le puso punto y final a la historia. Ah, ¡No! Lo que no sabía es que le seguían otros dos... En ese mismo momento se dio cuenta de que no habia ni un punto y final en ese libro, ¡Ni uno!. Siempre punto y seguido* o puntos suspensivos ... Suspendidos cual funambulista, malabarista de noches. * O punto y seguimos ...
Soñar con algo más hermoso que esto puede ser una locura. Y el colmo de la locura es que día a día lo superes, y lo sigas superando... Sin un ápice de esfuerzo. Es así porque tiene que ser así.
La Nochebuena es para pasarla con los que más quieres ... Descubrir la magia de nuevo, sonreir porque sí y sentir que ese 'algo' revive.
Tuvo la oportunidad y no quiso desperdiciarla. Corrió hacia el coche y salió de la ciudad. Durante el camino esa canción le acompañaba. Subió a lo más alto y allí comenzó a recordar. - Aquí un día fui completamente feliz.  Vio una estrella fugaz. Surcó el cielo de arriba a abajo. Era como tres estrellas fugaces juntas . Decidió que justo ese era el momento perfecto para marcharse. Encontró abrigo en su sonrisa.
- ¡Atención señoras y señores! ¡Pasen y vean el único e iniguable Circo de las Sonrisas! En tiempos de crisis, buena cara y sonrisas radiantes que alimenten el alma y la sociedad... Su voz se podía oir casi de lejos entre toda la marabunta de gente. Todo el mundo quedaba invitado. Tenía pase vip la gente que sufría de tristeza, de llantos constantes, de apatía, de malos humos, de indiferencia... Todos ellos debían irse con una sonrisa y recordar qué es eso a lo que llaman felicidad y sentirse bien. Me acerqué por curiosidad para ver qué era lo que pasaba allí. En la puerta, había un cartel que rezaba SONRÍE ANTE TODO . Me pareció bonito, y le dediqué una media sonrisa, hoy no estaba en mi mejor día. Por eso, me dejé llevar entre los pasos casi sincronizados de la muchedumbre.  Al entrar, todo era de colores intensos. Brillaban tanto que la sonrisa brotaba sola. Y más tarde descubriría que esas sonrisas echarían raíces, quedándose ahí para siempre. Allí estaban los mejores payas
Todo es muy difícil antes de ser sencillo. Thomas Fuller Y aunque sean difíciles, hay cosas que escapan al entendimiento de cualquiera. Sobre todo al del corazón. Si las ausencias, ausencias son.
Mañana no habrá velas encima de la tarta, no escucharé tu risa por teléfono, no me dirás que estás cansado en el sofá viendo la televisión ni que el instituto te va muy bien aunque te haya caído alguna. Tampoco nos diremos que nos queremos, que nos echamos de menos, ni siquiera nos desearemos Feliz Navidad. Tampoco te preguntaré qué te van a traer los Reyes, y tú, este año no me contestarás que ya eres mayor para esas cosas. Tu presencia sería el mejor regalo. Sigue brillando pequeña estrella.
Conducía por una carretera a las afueras de la ciudad, sonaba su canción favorita, de vuelta a casa. De repente algo llamó su atención. Yacía en el suelo pidiéndo auxilio. Puso las luces de emergencia y bajó de su coche lo más rápido que pudo a socorrerla. Se encontraba tirada en el suelo, temblaba, su mirada estaba perdida y sus manos apretaban su pecho, justo encima del corazón. Ella notó su presencia y le miró de tal manera que no hizo falta mediar palabra. El conductor sacó su teléfono móvil y llamó al 112. Un pinchazo más y ella entró en pánico. Le cogió la mano, mientras él intentaba dar todas las indicaciones posibles para que los servicios de emergencia llegasen lo más rápido posible. Un apretón le fue suficiente para darse cuenta de que ella quería decirle algo. Y con una voz dominada por el pánico de la situación, le dijo que le buscase, que por favor preguntara por él y le dijera que le quería más que a nada en este mundo . Cayó rendida ante sus pies. Él palideció más que el
Semidesnuda, pintó su cara del color de la libertad. Anduvo por lugares recónditos, donde la hierba acariciaba las plantas de sus pies. No le importó su aspecto, tampoco las miradas vecinas. Echó a correr con los brazos extendidos y los ojos cerrados, mientras el viento silbaba la melodía que le dio pie a componer. Si no lo intentaba lo daría siempre por perdido. Ella quería más. Sino se lanzaba a tal torbellino nunca sabría donde están sus límites. Y mientras, las mariposas volaban confusas a su alrededor.
Queridos Reyes Magos: Su carta comenzó y acabó ahí. Sólo quería escribirlo para parecerse a los demás. Mientras, una frase que había escuchado esa misma tarde retumbaba en su cabeza: No. Este año para mí la Navidad no existe. Para ella hacía años que no existía. Alguien se la llevó en su maleta. Y ese alguien, se olvidó de recoger las trizas. Dos sorbos más y la noche se dejó caer cual hoja en otoño. Sin prisa pero sin pausa.
No hay comparación... Es un tacto diferente. Es mejor que eso. Es algo que no sé si hago bien, no hay ni libros ni tutoriales que enseñen cómo hacerlo. Es una cuestión práctica, de dejarse llevar hasta límites insospechados, de mimetirzarse con ella, averguar qué he hecho para que un escalofrío ponga tu piel de gallina, de notar la suavidad y envidiarla,  sentir si hace frío o calor, garabatear en ella, escribir el mejor libro jamás leído, repasar cada lunar, cada cicatriz, cada pliegue... Perderme en un mundo desconocido cada día. Hay sensaciones que llegan de repente y son inevitables, pero una vez que llegan se pierden en el mundo de lo inexplicable. Y si eres capaz de soñarlo estás loco. No tiene ni principio ni final. Como tu piel.
- Aunque hoy las musas prefieran dejarme descansar, dormitaré pensando en la mejor noche de mi vida , dijo para sí entre bostezos. Esta noche no se dormiría contando ovejas, se imaginará en lo más alto y contará estrellas fugaces. Y cuando casi había conciliado el sueño, susurró: - Déjame perderme en tu mente...
El mago se chasqueba los dedos antes de salir a escena. El teatro estaba completo. Habían prorrogado su show por unos meses más. Gente de todos los rincones del país habían viajado para verle. Y ahí estaba... Su última actuación y su inquietud no hacía más que lanzarle tras el telón aterciopelado, de color granate, como sus mejillas en ese momento. Le hicieron la seña. Debía salir. Se ruega silencio en la sala. Todo el mundo aplaude y, al abrirse el telón, los aplausos se calman poco a poco. Mil miradas expectantes, todas hacía él. Sólo gestos, no había palabras. En su mirada se notaba que algo no iba bien. Aún así, prosiguió. Colocó su bombín negro sobre el tapete verde. Las palabras mágicas retumbaron de manera dulce hasta las últimas filas. Un toque en la visera del bombín... Y no pasó nada. Sorprendido, lo volvió a intentar. Cuando quiso darse cuenta, casi todos los asistentes se habían levantado y se marchaban, entre murmullos y gestos de desaprobación. Una niña, sentada en la
Cada mañana, cuando despertaba, no pensaba en sus quehaceres. Era casi una rutina, pero no tan arraigada, ni siquiera se hacía pesada. Se vestía, y no lo hacía con sus mejores galas porque no las tenía, pero eso era lo de menos. Probaba suerte en el frigoríco, quizás esta mañana sí que habría algo que llevarse a la boca. Y si no, su alimento era otro. Y no era material. Salía junto al frescor de la mañana, siempre apurado, con el tiempo rozándole los talones. Quería estar allí el primero. Nada más llegar tomaba asiento. Allí pasaba su día sentado en el frío suelo de una ciudad que también lo estaba. Congelada pero viva. Y sin hablar, sin ayudarse de carteles repletos de faltas de ortografía, sin extender sus manos agrietadas por el tiempo y curtidas por los d años, miraba al frente. Y su mirada se mantenía allí, fija, sostenida por los pasos de la gente, los gritos, las risas de los niños, el ruido de los coches... Y de repente... Aparecía ella. Salía de su portal como cada mañana
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El silencio y los rayos del sol tenían más presencia en la habitación que ella misma. Sentada en el suelo mientras intentaba aguantabar los temblores de su cuerpo, sujetaba entre sus manos una cuerda anudada. El caos no era comparable a aquello. Parecía mirar al vacío. Pero no, sus ojos sabían bien donde querían mirar. Y no salió de su cabeza ni siquiera un segundo. Mientras, todas las soluciones parecían jugar al escondite.
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Y la humedad, esa que te cala dentro.  La humedad, efímera por un momento quizás.  Furtiva en la gran ciudad, viendo lo increíble pasar se despide de nosotros...  Pero aparecerá... Siempre aparece entre nosotros la humedad... No les hacía falta bolígrafo, lápices ni un soporte sobre el que trabajar. La piel era el mejor lienzo o cuartilla. El artista dibujaba figuras con escalofríos que erizaban cada poro de su piel. Entre ocaso y amanecer la sorprendió a ciegas con letras fugaces, pero lo que él no sabía es que se quedarían ahí grabadas para siempre. Cerró su libro, feliz, sin dejar que nada arrugase ni una sola hoja. Se quedó pensativa por un momento y pensó: No, en este libro, no. Por si acaso alguien le escuchaba lo repitió en voz alta, segura de sí misma y sin que le temblara la voz.
Siempre he soñado abandonarme junto al mar. Tener una casa, pequeña, en una cala perdida para que no me busquen e impregnarme de las olas viviendo en paradero desconocido. Hacer sonar las cuerdas sin vecinos a los que molestar, encender un cigarro sin que nadie tosa por el humo, trastear con pinceles y lápices sin importar el orden, inmortalizar esos momentos con singulares disparos, salir al balcón y gritarle a la Luna. Hablar con la noche, y quizás, dormir mientras el Sol calienta mi piel. Y al despertar, que no importen las ropas que cubran mi piel o los nudos de mi pelo. Tal vez tenga aspecto dejado o sea mejor dejar el cuerpo al desnudo sin miedo ni vergüenza. Alterar esos ciclos que nos acostumbran, vivir por y para el momento. Aquí y ahora. Sentarme a la orilla del mar, qué más da si la resaca moja mis piernas o la arena se pega a mi piel. Aprovechar el clima y regenerar la piel. Acompañarme de una guitarra mientras disfruto de un paisaje único para mí, y posiblemente, muy

Elevado al infinito

A veces es difícil darse a conocer. Pero de repente llega un día en que abrimos esa parte de nosotros que nadie conoce. Y eso produce cierto nerviosismo, miedo, vuelcos al corazón, sonrisas que perduran en la memoria, imágenes grabadas a fuego que sólo el mejor pintor puede plasmar y hacerlas duraderas, ganas de más, el tiempo se vuelve efímero y la felicidad se convierte en el mejor amanecer. Las personas tendemos a crearnos una coraza inaccesible para aislarnos de todo daño. Y a veces, sólo a veces y en ocasiones únicas, dejamos que invadan nuestra pompa. Creo que esa es la mayor manifestación de confianza, de desnudarnos ante alguien e invitarle a que se quede, sin miedos ni rubores, y que sea testigo de esa vorágine que nos atrapa, de ese torbellino que habita en nuestro interior. Algo bello y loco a la vez, sencillo pero enrevesado, luminoso y a la vez oscuro... Imposible de comprender del todo aunque, con sólo una mirada, fue capaz de cerrar todo interrogante. Y llegó la calma:
Siempre resonarán las guitarras a altas horas de la noche. Los efectos secundarios de las musas llevan al insomnio, a ver la noche de otra manera, escucharla, acompañar su silencio con notas que hacen vibrar las cuerdas a manos desnudas. Y si vibran, el corazón también lo hace.
Humedad . ( Del lat. humidĭtas, -ātis , con haplología). 1. f. Cualidad de húmedo. 2. f. Agua de que está impregnado un cuerpo o que, vaporizada, se mezcla con el aire. Mirando a la ventana me dijo que la explicación científica son dos personas que se dan calor mientras fuera hace mucho frío . Hubo otra explicación paralela que no hizo falta escuchar. Y desde entonces, se dedican a hablarse con los ojos cada vez que la humedad está presente. 
- Oye, ¿Y tus letras? ¿Ya no salen a pasear?  - Creo que estoy incubando algo.