No hay comparación... Es un tacto diferente. Es mejor que eso. Es algo que no sé si hago bien, no hay ni libros ni tutoriales que enseñen cómo hacerlo. Es una cuestión práctica, de dejarse llevar hasta límites insospechados, de mimetirzarse con ella, averguar qué he hecho para que un escalofrío ponga tu piel de gallina, de notar la suavidad y envidiarla,  sentir si hace frío o calor, garabatear en ella, escribir el mejor libro jamás leído, repasar cada lunar, cada cicatriz, cada pliegue... Perderme en un mundo desconocido cada día.

Hay sensaciones que llegan de repente y son inevitables, pero una vez que llegan se pierden en el mundo de lo inexplicable. Y si eres capaz de soñarlo estás loco.

No tiene ni principio ni final. Como tu piel.

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