No encontraba espejos y se dedicaba a reflejarse en los ojos de la gente. Un día, se encontró con él. Se miró. Volvió a mirar, quizás algo sorprendida. Y miró hacia dentro. Y cada vez que encontraba la oportunidad, se sumergía en ellos.

Y quién le iba a decir, que aún encontrándose rodeada de tierra por todos los lados, vería reflejado el mar sus ojos. La locura se volvió cordura.

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