Él la miró como si nada, ella le miró como si todo

No pudo comparar el dolor de un hueso roto con el dolor de su propio corazón. El corazón se dedicaba a esparcir por todo el cuerpo los añicos de un amor fugaz, bombeando en cada latido los recuerdos que se clavaban como astillas.
- ...Quiéreme como yo te quiero. ¿Dónde te habías metido todo este tiempo?
 El dolor le recorría todo el cuerpo, enraizando en la cabeza: ¿Por qué así?.

Los dos se lanzaron a la cuerda. Lo que no sabían era que la cuerda estaba un poco floja. Ella cayó al vacío, él consiguió mantener el equilibrio, sereno. Ella dio el paso en falso, aunque nadie aún escuchó el golpe contra el suelo. Él, mientras tanto, la miraba a la par que señalaba. Ni siquiera pudo discernirse un último titubeo que salió de sus labios.

Algunos piensan que la funambulista murió de amor en el acto.

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