Recuerdo cuando te contaba que me gusta pensar que las personas son de piedra, y que todo lo que sucede a lo largo de su vida le curte. Le hace. Recuerdo también que me decías que era mejor que fueran de otro material, un material irrompible. Que no se pudiera lastimar con facilidad. A lo largo de este tiempo he descubierto que hay personas que son de madera, talladas con gran belleza. Otras siguen siendo tan fuertes como la piedra. Las hay débiles, de cerámica quizás, y una vez que se rompen no es tan fácil recomponer los trozos. Pero siempre me ha quedado una cuestión en el aire: ¿Tu y yo, de qué material somos?...

Y esas dos almas gemelas caminaron hacia un lugar donde se sentían seguros. La pregunta aún estaba suspendida en el aire. Puede ser que no les importase de qué están hechos. La satisfacción de saber que eran idénticos era suficiente. O al menos así era como se sentían.

Al pararse, se miraron a los ojos. Se besaron. Y allí se quedaron para siempre.

Y su amor se convirtió en una obra de arte.
                                                                El beso - Rodin

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