Vamos a mentirnos
Vamos a pasear de la mano
las tardes de domingo de invierno por el centro de la ciudad.
Vamos a bailar al son de
la música callejera,
Te dejo que me pises un
poco los zapatos
Sólo si dejas que te
llame ‘torpe’.
Cómprame
flores, te invito a cenar.
Podemos sonrojarnos
frente a la muchedumbre, besarnos, o correr mientras nos gritamos cuanto nos queremos.
Después
puedes acompañarme a casa
Y caeremos
presos de una despedida infinita.
No pararemos
de besarnos,
Ni de
contarnos mil y una batallas,
Yo no pararé
de decir que hace frío
Y tú, que
mañana sonará pronto el despertador.
Y mirando
más allá de nuestros ojos,
Llegando a
ese trozo del alma que está reservado para muy pocos,
O ninguno,
Nos diremos
que nos llamaremos mañana,
Que aún
no nos hemos despedido y ya queremos volver a encontrarnos
Y que
somos lo mejor que ha pasado por nuestras vidas.
Y, amor,
nunca volveremos a vernos.
No habrá
más pensamientos, insomnios deseados, miradas,
Paseos, bailes,
flores, ni cenas.
Tampoco besos
en mi portal ni el frío que nos calaba en los huesos.
No juntaremos
nuestros cuerpos, ni me meteré dentro de tu abrigo para cobijarme.
Ya se
acabó la mentira. Ya no más besos de despedida.
Besos
ásperos, de quita y pon, de compromiso.
Y mejor
así, que esto es lo bonito.
Que este
recuerdo no se acabará nunca,
Que nunca
sabremos todo aquello que podría haber sido,
Y no
será.
Porque no
quiero, no queremos, ni tú deberías querer.
Busca a
la que llamarás princesa, guerrero, que esto no es más que un sueño.
Y quizás,
algún día volvamos a encontrarnos.
Quién
sabe dónde y cuándo.
Y así
obviemos un saludo mientras nos miramos a los ojos cual desconocidos,
Gritándonos
las ganas que tenemos de mentirnos el uno al otro. Otra vez.
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