Una de sin sentidos, por favor
Durmiendo de día con los ojos abiertos, danzando despierto con los ojos cerrados, de estrella en estrella en una noche cerrada. Andar hacia atrás, subiendo al autobús que perdí hace cinco minutos, mientras con las manos en los bolsillos, intentaba tocar lo más hondo de tu corazón, habitante de un pecho vacío. El corazón peca de soñar ser un calcetín sin pareja, un reloj sin manillas, un vaso sin agua. Y en esta noche tan solitaria rodeada de tanta gente sólo se me ocurre soñar en vela mientras oigo pasar todas las horas en el reloj. Las sábanas son capaces de arrancarme la piel a tiras si logro enredarme una vez más en ese torbellino de emociones.
No será esta vez la primera, ni tampoco la última, que un puñado de viejos mecanismos aturdan mi sueño como quién quita un caramelo al niño que nunca pudo tenerlos.
O esconder los pies, o enterrar la cabeza…
El sentido de la vida es obligatorio.
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