¿Y por qué no soplamos margaritas en vez de dientes de león?

Soplaría huracanes con el deseo de quererme a mí misma
más de lo que nadie pudiera hacerlo.

Dejando salir con fuerza todas las palabras desde mi interior,
olvidándome en cada giro de todo lo que me sacude sin yo quererlo.

Desde mis profundidades.
Mi sexto chakra.
El tercer ojo.
El ojo del huracán.
Como si la pachamama, tan sabia, augurase lo evidente.

Un ciclón en femenino y en plural,
disfrutando de cada soplido,
despeinando las margaritas y dejándome despeinar a mí también.

Olvidaríamos el canto del "me quiere, no me quiere"
Por que no cabe duda de quién me quiere más en el mundo.

Así no tengo que mutilarle las hojas en cada pregunta
ni yo arrancarme la piel de incertidumbre en cada respuesta.

Por tu naturaleza curativa
muchos corazones se abrazan a tí.
Mal amor si arrancan dubitativos tu corona.
Aún siendo conocedores de lo evidente.
...Que lo es.

Y al menos ambas disfrutamos,
con su existencia y con la mía,
cómplices,
y ni la destruiría a ella ni me destrozaría yo.

Heliotropismo compartido.

Hoy me riego.
Nos riego.
De amor.

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