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Mostrando entradas de diciembre, 2013

Vamos a mentirnos

Vamos a pasear de la mano las tardes de domingo de invierno por el centro de la ciudad. Vamos a bailar al son de la música callejera, Te dejo que me pises un poco los zapatos Sólo si dejas que te llame ‘torpe’. Cómprame flores, te invito a cenar. Podemos sonrojarnos frente a la muchedumbre, besarnos, o correr mientras nos gritamos cuanto nos queremos.  Después puedes acompañarme a casa Y caeremos presos de una despedida infinita. No pararemos de besarnos, Ni de contarnos mil y una batallas, Yo no pararé de decir que hace frío Y tú, que mañana sonará pronto el despertador. Y mirando más allá de nuestros ojos, Llegando a ese trozo del alma que está reservado para muy pocos, O ninguno, Nos diremos que nos llamaremos mañana, Que aún no nos hemos despedido y ya queremos volver a encontrarnos Y que somos lo mejor que ha pasado por nuestras vidas. Y, amor, nunca volveremos a vernos. No habrá más pensamientos, insomnios deseados, miradas, Paseo...
No abrimos esa puerta. No ganamos la batalla. Jugamos con los pespuntes de las cicatrices. Leemos rápido, y ya no lo hacemos entre líneas. Ni entre poemas… el amor, digo. Cambiamos el lápiz y el papel por horas de caja tonta. Poco exteriorizamos cuando los gritos sólo se escuchan por dentro. Dejamos de cruzar miradas con desconocidos. Olvidamos calcular dónde está el límite. (Y el límite no existe) Escondemos bajo la cama los monstruos. Nos atormenta el insomnio, Y charlamos con ellos, Que ni siquiera quieren salir de debajo de la cama. Y no nos mostramos, Ni se muestran ellos. Quizá sea mejor así, pensamos ambos. Y sonreímos, pero estamos jodidos.