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Mostrando entradas de febrero, 2009

Que poco me gusta hacerme mayor

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Me encanta cerrar los ojos, loca por evadirme, aunque no siempre pueda hacerlo. Porque la vida real nos lo impide. Cierra puertas con llave a los sueños y arranca las de la verdad. Y ahí estamos, medio perdidos en el limbo, tambaleándonos entre verdades y mentiras que no nos dejan ver las fantasías y las pequeñas cosas del día a día. Y no se por qué andan empeñadas esas personas de trajes y cara gris, de sonrisas ausentes, en que sólo son bobadas. Que toman la vida en serio, la labran a base de sudor y disgustos, y como consecuencia se convierten en sacos de huesos crujientes. No es tan difícil encontrar la belleza en la más mínima gota de lluvia. _______________________________________________ Por si me estuvieras leyendo, sé que nos damos cuenta de lo que valen las personas tarde, cuando ya ha pasado todo. Aunque, más mérito tiene reconocer el valor de esa persona cuando aún sigue ahí. Y sólo por eso, querer que permanezca siempre. Porque yo no me he ido a ninguna parte. Y porque sé...

Una de sin sentidos, por favor

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Durmiendo de día con los ojos abiertos, danzando despierto con los ojos cerrados, de estrella en estrella en una noche cerrada. Andar hacia atrás, subiendo al autobús que perdí hace cinco minutos, mientras con las manos en los bolsillos, intentaba tocar lo más hondo de tu corazón, habitante de un pecho vacío. El corazón peca de soñar ser un calcetín sin pareja, un reloj sin manillas, un vaso sin agua. Y en esta noche tan solitaria rodeada de tanta gente sólo se me ocurre soñar en vela mientras oigo pasar todas las horas en el reloj. Las sábanas son capaces de arrancarme la piel a tiras si logro enredarme una vez más en ese torbellino de emociones. No será esta vez la primera, ni tampoco la última, que un puñado de viejos mecanismos aturdan mi sueño como quién quita un caramelo al niño que nunca pudo tenerlos. O esconder los pies, o enterrar la cabeza… El sentido de la vida es obligatorio .
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No quiero saber que va a pasar dentro de un minuto. No me interesa ser un pelele pendiente de ejecución, en la lista de espera de una cadena sin fin. No quiero las costumbres, porque las costumbres se convierten en ciclos. El día tiene sus ciclos, y las personas también. Y los ciclos nos manejan como marionetas hasta hacerse perennes. Y nosotros lo aceptamos. La conciencia aguarda a la par de la esperanza, que las esperas son largas y acompañado se está mejor. El proceso puede llevarse a cabo durante mucho tiempo, consiste en nublar la vista, olvidar el pasado y predecir el futuro, mientras arrancamos una a una todas esas cuerdas que nos han atado. Después… Correr y correr… Como alma que lleva el diablo.