Por la mañana su corazón anunciaba chubascos y tormentas. Su día no comenzó nada bien, y su optimismo necesitaba un par de cafés. Aún así, decidió escurrir y tender la esperanza al sol. (Quién sabe, por si acaso) Intentó con mil sonrisas, casi todas forzadas, decir adiós a los nubarrones. Aún así, allí seguían amenazando tormenta. Quizás sólo una persona podría ayudarla. Ella sabía bien quién era. Le conocía tanto que con sólo tener cerca el olor de su perfume podía identificarle. Hablaban con los ojos. Se escuchaban a base de caricias. Eran tantas cosas... Y simplemente se le ocurrió decir que diera la espalda a todos sus problemas... No muy decepcionada echó a andar... Creyendo haber hablado con su reflejo en un espejo. Su espalda estaba habitada por escalofríos, caricias traicioneras, besos perdidos, constelaciones de lunares, destellos... Bastantes vigilantes cubrían su retaguardia, ¿No? Sus pasos no cesaron, no escondió su sonrisa ni abrió los ojos. Y a su espalda el gran estallid...