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La vida me tiñe de gris las pupilas. Quizás merecidamente, con honores y medallas de hojalata, oxidadas por el frío y salado azul que brota del lagrimal. Anoche me dejó. Anoche se fue. Dejó la ventana abierta por si la ilusión se animaba a salir con él. Se fue todo. No quedó nada. Quizás sí, una nota diciendo que volvería... ...algún día. Ahora soy una más. Estoy aquí y soy igual que tú. Soy una más en el montón del mundo. Peter Pan se fue de casa.

Idiotez a flor de piel

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A veces, la tinta se vuelve invisible. A trote de corazón palpitante se puede distinguir algún que otro trazo, sílabas sueltas, manchas... Pero muy pocas cosas con sentido. La noche abarca, el día llama y los locos lloran. El intento de poner un pie en el suelo de la realidad es en vano, mientras ponemos a prueba la parálisis sentimental. ...Es congénita.
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El día, tan mustio como las hierbas pisoteadas de mi portal, ya se levantó con mal pie. La memoria no cobra peaje por hacer un viaje hacia atrás. La chica de los lunares en el ombligo no tomó precaución alguna, y salió de casa sin ni siquiera mirar por la ventana, aun a sabiendas de que los días grises los tiene totalmente prohibidos por su médico. No había marcha atrás. Pastillas y pastillas de regaliz, para el dolor de cabeza. Y para el mal de distancia … Amor. Y del bueno, del embotellado. Entre saltos y traspiés se dirige al metro, como todas las mañanas. Mientras, rememora aquellas calles que abrazaron su amor. Ella misma se abraza, recordando ese calor dulce y con sabor a sandía. Creía tener la vaga sensación de ver sus recuerdos en blanco y negro, pero tampoco le dio mucha importancia. Hasta que en sus recapitulaciones se comenzó a notar el polvo y los arañazos. Flotó por un momento: cuando la punta de su zapato izquierdo acarició el suelo creyó que habían pasado años y a...

La voz de tu nombre

- ¿Cómo decías que te llamabas? - En ningún momento dije mi nombre, por precaución - ¿De qué te escondes? - Del daño, quizás. - ¿Sin decir tu nombre? - Por supuesto. - No puedo entenderlo. - Dirás que no quieres. - No, es que no lo entiendo. - Las experiencias palpitan, tienen pulso por sí solas. Recuerda alguna vez en la que te hayas hecho daño. Recuerda el dolor, el pálpito en ese lugar. Pues las experiencias son parecidas, si no son iguales. El daño también tiene su propio pulso, y acelera y decelera sin que le llegues a importar. Porque no lo controlas. Puede dominarte, porqué no… - … - ¿Has leído Amarse con los ojos abiertos ? - Sí. - ¿Recuerdas el principio? Habla sobre los elefantes. Elefantes que están encadenados desde pequeños, y que, a esa edad luchan por soltarse. Pero dejan de hacerlo cuando son adultos. ¿Por qué? Porque lo aceptan, porque como la experiencia les dice que no han podido soltarse de pequeños, reniegan a intentarlo, lo asumen. Yo estoy encadenado a mi nombre,...
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Sentir frío. Quizás morirse de frío. Pero no, el dolor viene de más adentro. Late con fuerza, alimentando cada extremidad. Haciendo y dejando llevar, arrastrando. Que ni habita ni vive. Ausente. Quizás, perdido. Sueño. Tal vez insomnio. Empatía. Dejadez. El olvido: el vacío. Hasta que el vacío no arrastra y devasta, muchas cosas en la vida pasan de largo, como a un autoestopista que espera un billete de regreso, una vuelta hacia quién sabe qué lugar. Hoy alcé mi pulgar hasta lo más alto. No llegué a contar cuantos vehículos negaron mi presencia. Ni cuando volveré a ese punto de partida, en el que las flores dan alergia, el azul reluce, las palabras llenan, y las sorpresas están a la orden del día. Se me olvidó pasar la página del cuaderno. Se me olvidó que las hojas cortan, y hasta se me olvidó leer. Se me olvidó que seguía aquí, al pie de la carretera. El aire azota con fuerza, y la tranquilidad y el sol de verano comparten tumba. Al menos...

Manos frías...

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Último aliento del sol veraniego. Ya casi agoniza. Ahora, el crujir de huesos impera en las calles. El frío llega con los hombros encogidos... Y el corazón caliente.

Eso era amor

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Le comenté: -Me entusiasman tus ojos. Y ella dijo: -¿Te gustan solos o con rimel? -Grandes, respondí sin dudar. Y también sin dudar me los dejó en un plato y se fue a tientas. Ángel González